Árbol caduco de 3 a 10 m. de altura. Aspecto redondeado. Tallo erecto con corteza pardo-grisácea y superficie llena de grietas. Ramas jóvenes de color rojizo, ramas adultas muy retorcidas. Hojas ovales de hasta 9 cm de longitud, de casi redondeadas a ovadocorazonadas, con dientes pequeños, de color verde oscuro por el haz y de un verde amarillento por el envés, terminadas en ápice puntiagudo. Flores reunidas en parejas o solitarias, cortamente pedunculadas, de color blanco con tintes rosados de unos 2,5 cm de diámetro . Posee frutos comestibles, llamados albaricoques, que son drupas de color amarillento o anaranjado con tonos rojizos de unos 8 cm de longitud por 3 o 4 de diámetro, aunque existen variedades con frutos más grandes. Su pulpa es amarilla y rodea el hueso en cuyo interior aparece una semilla que es tóxica.
Riego :
Los albaricoqueros bien enraizados no necesitan regarse a no ser que se presenten periodos de sequía muy destacados, si bien resisten adecuadamente los periodos de sequía moderados. En caso de sequía bastante importante se produce a veces la caída de las yemas florales.
Los albaricoqueros necesitan regarse mientras no se encuentran bien establecidos. Durante el primer, año después de la plantación, es importante regar abundantemente.
Clima y emplazamiento :
El albaricoquero necesita unas condiciones muy adecuadas para crecer y producir frutos adecuadamente. Aunque se trata de un árbol de hoja caduca que necesita un periodo de frío invernal ( entre unas 300 y unas 900 horas de temperatura por debajo de los 7 ºC, dependiendo de la variedad), al tratarse de un árbol que florece muy temprano (FEntre los meses de marzo y abril, antes del nacimiento de las hojas) es muy delicado a las heladas tardías de invierno o las últimas heladas de primavera
Le
gustan más los climas cálidos donde puede ser cultivado como un árbol o
arbusto normal, en un emplazamiento soleado , resguardado del frío y de
los vientos. El clima mediterráneo resulta ideal para esta planta, pues
le proporciona el suficiente frío invernal para que pueda desarrollarse
normalmente y la poca frecuencia de heladas a finales de invierno o
principios de primavera hace que esta planta pueda mantener la flor en
la mayoría de las temporadas.
En los climas más frescos debe cultivarse a cubierto o hacerlo crecer
mediante de la técnica del abanico, que consiste en adosarlo con las
ramas laterales bien abiertas y espaciadas entre ellas sobre la
superficie del muro, mientras que se eliminan las ramas centrales. De
esta manera la planta puede aprovechar el calor y la radiación que
desprende el reflejo de la luz solar sobre la pared.
Según
el clima escogeremos la variedad que más nos interesa. Para ello es
mejor consultar con el vivero que tipo de patrón nos interesa.
Suelo y abono:
El sustrato preferido por esta planta es el suelo profundo con un buen drenaje de naturaleza alcalina. No soporta los suelos arenosos o demasiado apelmazados, pues la falta de drenaje les produce podredumbre en las raíces. En su estado natural crecen sobre laderas secas, rocosas y con un fuerte pendiente. No necesitan un abonado especial y prefieren suelos más pobres a aquellos demasiado ricos.
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